María Roldán |
Tokio (EFE).- El progresivo abandono de las mascarillas en Japón tras la normalización de la covid ha generado un aumento de la demanda de entrenadores de sonrisas, especializados en desanquilosar los músculos faciales y facilitar las interacciones sociales.
Keiko Kawano ha constatado que la demanda de los servicios de su empresa Egaoiku (que puede traducirse literalmente como “educación de la sonrisa”) se han multiplicado por cuatro desde el año pasado y en especial desde que el Gobierno japonés relajara en marzo su recomendación sobre el uso de mascarillas para ir abandonándolas.
Kawano comenzó a investigar la relación entre la sonrisa y el entrenamiento de los músculos faciales tras retirarse de la industria de la locución profesional. Tras abandonar sus ejercicios diarios de la boca para vocalizar mejor, se dio cuenta de que su gesto quedaba más alicaído y le costaba sonreír.
Fue a raíz de indagar al respecto por interés personal cuando decidió comenzar sus actividades docentes en 2017. Desde entonces el negocio ha evolucionado considerablemente.
“Noto un antes y un después es en el contenido de la clase, porque antes de la pandemia había más gente que quería aprender sobre esto por temas de salud o belleza, pero ahora me piden que les enseñe cómo formar una buena sonrisa después de la covid”, explicó hoy a EFE la japonesa durante una de sus clases.
Perfiles variados
La sesión de este jueves contó con dos participantes, Akira Hirata, un actor de 55 años en busca de ejercitar sus músculos faciales y tomar conciencia sobre su sonrisa tras la covid, y Yoko Konishi, que a sus 75 años espera que la formación le ayude a ganar confianza en sí misma y dejar una buena imagen a sus interlocutores.
La clase comienza puntuando la sonrisa de los estudiantes. Se hace tomando una fotografía en la que un programa informático propio mide varios parámetros marca de Egaoiku: ojos en forma de media luna, mejillas redondas y dejar a la vista los ocho dientes centrales de la mandíbula superior.
“Hay gente que obtiene una puntuación alta y otros que no, así que les recomiendo la forma que considera que le sentaría mejor a su sonrisa y lo practican. Se suelen dar cuenta de que al principio les cuesta mover los músculos faciales. Al practicar la sonrisa y los conceptos enseñados, casi un 100 % suben la puntuación” en otro test realizado al final de la lección, cuya duración es flexible.
Tanto la sonrisa de Hirata como Konishi mejoraron su puntuación, así como su conciencia sobre nociones teóricas del movimiento de los pómulos, las cejas o la boca, que Kawano va ilustrando a lo largo de la clase y sobre los que practican cada uno frente a un espejo.
Autoconfianza
La entrenadora explica que “el 70 % de los músculos alrededor de la boca están conectados con los músculos de expresión facial. Por lo tanto, si uno deja de mover mucho la boca (como pudo ocurrir en las comunicaciones limitadas en los momentos más duros de la pandemia), deja de mover el 70 % de la cara, debilitándola”.
Hirata, que llegó al curso recomendado por un conocido que había participado anteriormente, dice que decidió asistir al entrenamiento al darse cuenta de que el uso cotidiano de la mascarilla lo había llevado a dejar de mover la cara y sonreír.
Konishi, por su parte, decidió participar en la experiencia porque cree que “hay diferencia en la impresión que se puede dejar en una persona si uno habla sonriente o no” y quiere “disfrutar de la conversación” y dar una buena impresión, ya sea en un coloquio espontáneo o si, por ejemplo, tiene que visitar a un doctor.
“Si consigo tener una sonrisa mejor, creo que ganaré confianza en mí misma y tendré más ganas de salir. También me servirá para disfrutar más de reunirme con gente”, explica la septuagenaria.
Kawano, que ha impartido cursos para más de 4.000 personas, entre trabajadores de empresas como IMB o particulares, señala que este es un punto importante de la educación de la sonrisa. “Muchos de los participantes se dan cuenta de que sonreír les hace estar de mejor humor y ser más positivos. Se dan cuenta de que la sonrisa no sirve sólo para la persona que está delante, sino para uno mismo”.
La japonesa, que se encuentra preparando un curso para unas mil personas en agosto, también se encarga de formar a otros entrenadores para este sector en auge. Hasta la fecha ha formado a más de una veintena.
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