La revuelta armada fue instigada por el jefe de los mercenarios rusos, Yevgeny Prigozhin, antiguo aliado de Putin. En un mensaje en que el propio Prigozhin calificaba el motín como una “marcha por la justicia” y amenazaba al Kremlin con un castigo “severo”, se daba inicio a esta rebelión. En apenas 24 horas las tropas leales al mercenario ruso avanzaron cientos de kilómetros hacia Moscú a una velocidad vertiginosa, situándose a menos de 200 kilómetros de la capital.
Sin embargo, hasta ahí llegó la sublevación, y es que el asalto fue suspendido de repente por Prigozhin, quien aceptó exiliarse en Bielorrusia con todos los cargos retirados en un acuerdo de última hora que también contemplaba que las tropas de Wagner volverían a sus bases. Se desconoce cuáles han sido los términos negociados por el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, para detener el inminente ataque de la milicia, pero lo que sí está claro es que lo ocurrido ha puesto de manifiesto la inesperada fragilidad del régimen de Putin.
Se trata de la peor crisis política de Rusia en décadas, y el nerviosismo ya se palpa en el mercado, sobre todo en las materias primas ante el temor de que una crisis rusa pueda desembocar en una falta de suministros energéticos. “Solo cabe imaginar la reacción que se habría producido si los mercados hubieran estado abiertos en ese momento, pero esto no hace sino aumentar la incertidumbre general que rodea a la guerra en Ucrania y la rapidez con la que las cosas pueden empezar a torcerse”, comenta Michael Hewson, analista jefe de mercado en CMC Markets.
“Los acontecimientos de este fin de semana también sirven para indicar lo frágil que es la posición de Vladimir Putin, dado que uno de sus asesores de mayor confianza se ha rebelado repentinamente”, añade este experto.
De hecho, los inversores se preguntan si la breve insurrección de Rusia “fue solo el comienzo de un trueno mucho más profundo que sacudirá la estabilidad geopolítica, económica y del mercado en los próximos días y semanas”, dice por su parte Greg Bassuk, director ejecutivo de AXS Investments en Nueva York.
Y es que aún quedan muchas preguntas sin resolver. Por ejemplo, cuál será el futuro de las 25.000 tropas armadas del Grupo Wagner, que hasta ahora servían a Rusia en su lucha contra Ucrania. Tampoco se sabe qué será del propio Prigozhin, y es que su exilio en Bielorrusia no significa nada. “Es hombre muerto”, ha comentado al respecto Ian Bremmer, presidente del Eurasia Group, según recoge ‘CNBC’. “Putin ha encarcelado y asesinado a personas por mucho menos de lo que le ha hecho Prigozhin”, ha remarcado, por lo que cree “inconcebible que Putin le permita vivir más tiempo del absolutamente necesario”.
De hecho, aunque el acuerdo negociado por Lukashenko incluye garantías de seguridad, el propio Putin había sido inequívoco al hablar sobre el motín y decir que cualquiera que estuviera implicado “será castigado inevitablemente… Nuestras acciones para defender la patria de semejante amenaza serán brutales”, aseguró. Por eso, comentan los estrategas de Rabobank, “si tomamos a Putin al pie de la letra, Prigozhin ha firmado su propia sentencia de muerte”.
Otra de las dudas que planea sobre el caso es qué pasará con la cúpula militar rusa, que no logró detener el rápido avance de los milicianos de Wagner hacia Moscú, poniendo así en jaque al país. ¿Cómo pudo Wagner acercarse tanto a Moscú con tan poca resistencia? ¿Cómo pudieron movilizarse y moverse sin que el Servicio Federal de Seguridad (la agencia de espionaje rusa) lo supiera de antemano?.
GRIETAS DEL SISTEMA
Según los expertos de Berenberg, la fallida revuelta de los mercenarios de Wagner contra el estamento militar ruso “ha puesto al descubierto las grietas del sistema de Putin“. Y es que “mientras Rusia paga un alto precio por su guerra contra Ucrania en términos de bajas y descenso del nivel de vida, el control del poder del presidente Vladimir Putin y su capacidad para aprovechar todos los recursos de Rusia para sus objetivos militares (y personales) puede no ser tan firme como su propaganda había sugerido”, señalan.
Aunque “tenemos que asumir que Putin todavía puede permanecer en el poder durante años“, lo cierto es que “las aparentes tensiones dentro de Rusia apoyan una conclusión: el tiempo no está de parte de Rusia mientras el mundo libre siga apoyando a Ucrania”.
“¿Utilizará Putin este golpe de Estado para consolidar su control del poder, como algunos han sugerido? ¿O la facilidad con la que la milicia Wagner sacudió el Estado ruso supone el pistoletazo de salida para su eventual caída?” se preguntan los expertos de Rabobank, que creen que un vacío de poder en un Estado con un arsenal nuclear de 6.000 piezas “es una perspectiva aterradora”.
Si el motín hubiese seguido adelante “podría haberse convertido en un importante factor de desestabilización a nivel global”, comenta Juan José Fernández-Figares, director de análisis de Link Securities. Pero no fue así, aunque “es probable es que la incertidumbre geopolítica vuelva a ser, por ahora, un motor clave, añadiendo volatilidad a los mercados y pesando sobre los activos de riesgo“, destacan los analistas de Danske Bank.
En cualquier caso, indican estos expertos, “es muy probable que aún no hayamos visto el final de esta saga”. “Está claro que Rusia se ha vuelto muy inestable”, comentan, recordando que “lo que pretendía ser una operación especial de tres días”, en referencia a la guerra en Ucrania, “se ha convertido en un conflicto congelado que sigue erosionando gradualmente la legitimidad del gobierno de Putin”.
“Los regímenes autoritarios suelen ser muy estables hasta que dejan de serlo, y puede que estemos asistiendo ya al principio del fin de una era”, opinan desde Danske Bank. También dicen que si este es el caso, “hay que tener cuidado con lo que se desea” porque “el derrocamiento del gobierno de Putin y el caos que seguiría probablemente esté en la lista de deseos de muchos, pero conlleva enormes riesgos para la seguridad europea”.