Por Concepción M. Moreno |
Buenos Aires (EFE).- Cualquier charla actual en Argentina, verse sobre lo que verse, incluye la palabra ‘grieta’. Pero, sin duda, su máxima expresión se alcanza al conversar sobre política: la polarización no la ha inventado en el país suramericano, pero es en él donde encuentra el terreno abonado.
“Peronistas somos todos”. Esta frase, pronunciada por el histórico líder Juan Domingo Perón (1895-1974), tres veces presidente de Argentina, pasó a la historia y quedó como inmejorable descripción de la realidad de un país en el que los tradicionales discursos políticos de izquierda y derecha son atravesados por un movimiento nacionalista, popular y colectivo: el peronismo.
En las PASO (elecciones primarias abiertas simultáneas obligatorias) que Argentina celebrará el próximo domingo hay dos candidatos de centro bien vistos por el ‘establishment’, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta; dos aspirantes de derecha, con discurso agresivo y soluciones que implican mano dura, Patricia Bullrich y Javier Milei; e izquierdistas encarnados en el dirigente social Juan Grabois y otras fuerzas minoritarias.
Ese análisis, válido en cualquier parte del mundo, se esfuma en Argentina: Massa y Grabois integran la coalición Unión por la Patria (la nueva denominación adoptada por la formación gobernante Frente de Todos) y encarnan el peronismo con el que quieren acabar tanto Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que pugnan en la disputa interna de la coalición Juntos por el Cambio (alianza centroderechista que representa la principal fuerza de la oposición) como Javier Milei, el candidato libertario autodonominado ‘anticasta’.
¿Contra el peronismo o contra el kirchnerismo?
“Creo que es absurdo plantear esto como que el país se resuelve eliminando el peronismo; creo que es una mirada sobre la Argentina que hay mucho en el exterior. Hay que terminar con el peronismo para que la Argentina pueda progresar. ¡No! En realidad lo que hay que hacer es construir, con el peronismo adentro, consensos básicos imprescindibles para que esta democracia se modernice, para que el país avance en la dirección correcta”, explica a EFE el analista político Jorge Arias.
La aparición del kirchnerismo, rama del peronismo encarnada por el hoy fallecido presidente Néstor Kirchner (2003-2007) y por su viuda, la actual vicepresidenta y dos veces mandataria Cristina Fernández (2007-2015), es la protagonista de la política argentina en las últimas dos décadas, cuando aumentó la polarización en la discusión ideológica, con una suerte de agresión externa que, según el consultor de Polilat, lleva a los peronistas a “cerrar filas” en torno a sus líderes.
Sin el actual presidente Alberto Fernández -que renunció a la reelección- ni la vicepresidenta -que optó por no presentarse argumentando, sin base, que la apartaron de la carrera electoral por una Justicia manipulada-, el oficialismo estaba resuelto a celebrar unas primarias para elegir entre varios aspirantes.
Pero tras muchas negociaciones secretas, el 23 de junio se anunció una candidatura ‘de consenso’ liderada por el ministro de Economía, Sergio Massa. Él se enfrentará en las primarias de la coalición oficialista con el izuierdista Juan Grabois, quien según las encustas tiene pocas posibilidades.
“Massa es kirchnerista” fue una de las primeras frases pronunciadas por el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, para intentar mantener el pulso ideológico frente a un aspirante tan moderado en el discurso como él y que podría ensombrecer su candidatura.
“En las PASO, el espacio de centro está cooptado por las dos figuras importantes de las coaliciones”, señala Jorge Arias, en alusión al perfil de centro izquierda del ministro de Economia, Sergio Massa, y de centro derecha del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Sin Macri
Tampoco el expresidente Mauricio Macri (2015-2019) estará en las papeletas este domingo, aunque su figura sigue siendo central en la coalición opositora Juntos por el Cambio.
Cuenta con su apoyo, aunque él ha intentado que no sea explícito, quien fue su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la candidata cuyo lema de campaña “si no es todo, es nada”, ejemplifica de manera maximalista y contundente su promesa de mano dura para acabar con la inseguridad y lo que considera desorden público.
Criada en la Juventud Peronista -e incluso cercana a la guerrilla de los Montoneros-, ahora Bullrich se ha erigido sin embargo en una especie de ‘dama de hierro’ que quiere poner fin al ciclo político kirchnerista.
Muy cercano a Bullrich en sus expresiones y en ciertas ideas económicas, como la eliminación inmediata del cepo cambiario (la imposibilidad de adquirir más de 200 dólares en el mercado oficial de divisas), está Javier Milei, un economista con un discurso disruptivo que acapara la atención de los descontentos.
En una elección que proclamará oficialmente a los candidatos de los comicios de octubre, la polarización estará tan presente como en cualquier conversación cotidiana y la discusión se hará “en términos tan irracionales que los acuerdos no surgen”, detalla el analista Jorge Arias.
Por eso, y aunque haya aspirantes cercanos en las convencionales divisiones ideológicas, el peronismo que todo lo cruza hace imposible esos acuerdos, lo que, en opinión de este politólogo, convierte a Argentina en “un territorio político muy digno de investigarse”.
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