Quizá tenéis interiorizados a cómicos como Joaquín Reyes, Carlos Areces, Raúl Cimas o Julián López como personajes televisivos recientes. Pero muchachada, hace ya 21 años del estreno en Paramount Comedy (la mayoría lo descubrimos por el boca a boca y buscando en Internet) de esa rareza llamada ‘La hora chanante’.
A unos nos enganchó para siempre. Con el resto no lograron empatizar. Y no hay segundas oportunidades: se es o no se es chanante. Es un humor especial. Contener toda su cosmogonía en un post de nostalgia televisiva es misión imposible.
Sólo podemos recopilar lo mejor que dio de sí el programa de Paramount Comedy en sus 51 capítulos para intentar captar la esencia de su “humor dadaísta“: en sus gags, personajes, testimoooooonios, la expresiones manchegas y todas esas situaciones que los fans hemos adoptado en nuestras vidas. Ahora ya no sabemos pedirle un favor a nuestro amigo informático sin acordarnos de Reyes comiendo paella o Ernesto Sevilla disfrazado de pollo, “homenajeando” a Quentin Tarantino.
El origen de ‘La hora chanante’
Facultad de Bellas Artes, Cuenca. Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Carlos Areces y Raúl Cimas se conocen estudiando la carrera. Hacen el pataliebre, se licencian y siguen con sus vidas. Pero Reyes era (es) un humorista nato. Empezó con los monólogos y pronto llegó el encargo desde Paramount Comedy: un programa de sketches. Con total libertad para hacer lo que quisieran.
‘La hora chanante’ nunca habría existido en un canal generalista. De hecho, llegó a La 2 pero cinco años más tarde y sólo cuando ya habían conquistado a más público. Reyes y los suyos han hecho muchas bizarradas que no tienen explicación. Pero su programa también es un retrato costumbrista.
‘La hora chanante’ trata de hablar de tópicos, de verdades compartidas, pero siempre desde la perspectiva más ridícula. Es explorar y explotar lo divertido de cualquier situación o personaje. Y añadirle el punto de humor absurdo.
Para contarnos que “el profesor enrollado es el que al final te la mete doblada” (una gran verdad) crearon El Bedel, un thriller con influencias murcianas. Para reflejar la idiosincrasia de la gente de pueblo (como ellos), le encasquetaron una boina a Sevilla y le convirtieron en El Gañaaaaaaán. Y a López en el típico chico que “aunque es de pueblo tiene más cultura y es guay”.
Lo más chanante
En los Testimonios se han confesado personajes de toda índole, pasados por el tamiz de la parodia made in Joaquín Reyes: una caricatura con acento manchego, pero también ofreciendo un retrato (en parte) real. El punto fuerte de Reyes es cómo saca a esos personajes de contexto y los lleva a su terreno.
Es cierto que Björk es difícil de tratar. O que Stephen King reconoció que para escribir tomó “todo lo que pueda imaginarse”. Y si son ellos mismos los que te lo cuentan utilizando expresiones como “tarifé con Lars Von Trier” o “me ponía ciegaco”, el resultado es puro surrealismo.
El resto es cosecha propia y nunca sabes por dónde van a salir. Los que le acusan de que “eso no es imitar”, no tienen en cuenta las increíbles caracterizaciones con las que le han transformado literalmente en gente tan distinta como Karl Lagarfeld, Anatoli Karpov, Bill Cosby o Sara Montiel. Pero también tiene mucho que ver el talento de Reyes y hasta qué nivel llega a entregarse al mamarrachismo.
Los sketchs variaban (también en tono y nivel de surrealismo) pero había otras secciones fijas, además de los “testimonios”. Todo se concentraba en 40 minutos como máximo de capítulo, y sólo estrenaban uno al mes, pero dieron para crear todo un universo de personajes: Boris Karloff, el actor reciclado de los “doblajes dadaístas” de “Retrospecter” en los que las pelis daban un giro inesperado, Super Ñoño, Chimo Bayo en modo coach, aconsejando a la juventud, El Payaso, El Gañán, Vicentín y un largo etcétera.
Y muchos de ellos imaginados, dibujados, doblados y en algunos casos hasta interpretados por Joaquín Reyes, el alma máter del programa. Aunque los demás ya demostraron entonces su talento y prueba de ello es que todos han triunfado en la actuación, ya sea en el teatro, en el cine o en la televisión.
El programa terminó en 2006 tal y como lo conocíamos. Después se le llamó ‘Muchachada Nui‘, se cambiaron los Testimonios por los Celebrities (“¡Ahí va, qué chorrazo!”) y Restrospecter por Mundo Viejuno. Pero seguía siendo ese mismo absurdo gracioso, inspirado en el la escuela clásica (Tip y Coll, Gila), a su manera. Y, por primera vez, en una televisión generalista (TVE) y ante muchos más espectadores.
Los en su vida habían oído expresiones como regomello, tollina o tunante, más atónitos que los que sólo necesitamos ver la cara de Joaquín Reyes para reírnos. Es así. O le amas o le odias. Como diría Mr T:
“En la vida existe el bien y existe el mal, porque la vida son contrarios: la noche, el día, el blanco, el negro, el melón, la sandía, el queso fresco, el queso curao, la naranja washingtona, la pera de conferencia…”
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La noticia
‘La hora chanante’, el programa de humor absurdo que lo cambió todo en la comedia española hace más de 20 años
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Lorena Papí
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