En ocasiones, la más grande e icónica de las producciones puede llegar a ser eclipsada por los salseos que tuvieron lugar durante su rodaje, y ni un clásico de culto de la talla de ‘Los siete magníficos’ pudo librarse de ello. Pero, ¿qué pudo capturar más miradas y comentarios que el fastuoso western de John Sturges? Simple y llanamente las rencillas entre dos miembros de su reparto cargado de estrellas.
Siete magníficos, dos egos
Está claro que una cinta en la que juntas a intérpretes como Robert Vaughn, James Coburn, Charles Bronson o Eli Wallach es caldo de cultivo para la cosa se ponga tensa más pronto que tarde; pero mientras estos actores se comportaron con profesionalidad, fueron los egos de Yul Brynner y Steve McQueen los que chocaron hasta crear un ambiente bastante tenso en el set que llegó a llamar la atención de la prensa estadounidense.
Para entender algo mejor qué ocurrió es necesario conocer el estatus de los dos implicados a finales de los 50, cuando se rodó el remake made in USA de ‘Los siete samurais’ de Akira Kurosawa. Brynner, por un lado, aterrizó en la producción después de alzarse con el Oscar al mejor actor por ‘El rey y yo’ y tras conseguir el estatus de leyenda hollywoodiense gracias a su participación en títulos como ‘Anastasia’ o ‘Los diez mandamientos’.
En la otra cara de la moneda encontramos a un McQueen que estaba labrando su futuro como estrella emergente, con sus primeros papeles protagonistas en ‘La masa devoradora’ en 1958 y ‘Asalto al Banco de San Luis’ en 1959, compartiendo estrellato con Frank Sinatra en ‘Cuando hierve la sangre’, su primera colaboración con Sturges.
El origen del conflicto entre ambos no fue otro que el recelo de McQueen hacia lo que consideraba un trato preferente a Brynner desde la llegada a la localidad mexicana de Cuernavaca, donde se rodó ‘Los siete magníficos’, y sus mofas hacia los caprichos y aires de estrella de su compañero. Estos incluían tener un recinto privado, contar con numerosos asistentes e, incluso, la imposición de crear montículos de tierra en las escenas que compartía con McQueen para parecer más alto que él.
La estrella y la roca
Además de por las bromas constantes sobre esta situación, de las que eran partícipes Bronson y el resto del reparto, las tensiones se acrecentaron cuando Brynner percibió que su partenaire trataba de eclipsarle constantemente en sus planos compartidos, jugando con sus armas y su vestuario para capturar toda la atención de la cámara y, en última instancia, convirtiéndose en el miembro más carismático del largometraje.
La estrategia de McQueen pareció funcionar, sobre todo si tenemos en cuenta las palabras que dedicó a ambos actores el director John Sturges en el libro ‘Steve McQueen: L’envers de la gloire’ de Bertrand Tessier:
“Steve trabajaba mucho en los detalles. El trabajo de los actores es hacer estas cosas para construir un personaje. Eran dos personalidades muy diferentes: Yul era una roca, mientras que Steve era flexible y adaptable”.
Como comentábamos, el feudo Brynner-McQueen trascendió al rodaje hasta llegar a los medios de comunicación, y la gran estrella sugirió al aspirante lo que debía hacer con no demasiado tacto:
“Se dice en los periódicos que nos hemos peleado. Yo soy una estrella: no me peleo con actores secundarios. Quiero que llames al periódico y les digas que todo esto es un montón de mentiras”.
McQueen, tajante, respondió con un “¿Sabes lo que hago con tus órdenes? ¡Piérdete!”, marcando un punto de no retorno que quedó confirmado cuando Brynner celebró su boda durante el rodaje, invitando a todo el equipo involucrado. Al bueno de Steve, por supuesto, no se le vio el pelo.
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La noticia
“Soy una estrella, no me peleo con secundarios”. Hay algo más emocionante que ‘Los siete magníficos’, y es el choque de egos entre Steve McQueen y Yul Brynner durante su rodaje
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Espinof
por
Víctor López G.
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