Los precios de las medicinas son más elevados en Guatemala que en El Salvador, según pudo documentar un equipo de La Hora que viajó a ese país centroamericano y comparó 10 productos de la misma marca, tipo y presentación.
De acuerdo con el análisis de los medicamentos adquiridos, el incremento en Guatemala puede llegar casi el 200 por ciento; es decir, costar el triple. Por ejemplo, mientras acá una caja de Aprovel de 14 tabletas, medicamento recetado para controlar la hipertensión arterial, puede costar Q332, en El Salvador se consigue a Q117, un 185% más barato.
Similar situación ocurre con los restantes nueve productos, donde los sobreprecios en Guatemala rebasan el 100%, lo cual golpea directamente el bolsillo de las personas, sin que existan mayores opciones para acceder a tratamiento médico a menor costo.
Para entender la dimensión de la carestía, La Hora compró en El Salvador 10 medicamentos generalmente prescritos en Guatemala. Si una persona necesita comprar estos productos gastaría Q1 mil 876.55 en el vecino país, pero en Guatemala, según las cotizaciones hechas de las mismas medicinas, marca y presentaciones tendría que pagar Q3 mil 927.48, Q192 más que el costo de la canasta básica alimentaria.
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La diferencia para esa persona si compra en Guatemala sería de Q2 mil 50.93 de más, el equivalente a un exceso de 109%, en promedio. En algunas medicinas el incremento puede estar arriba del 180%.
EXPLICACIÓN
¿Pero, por qué la diferencia en los precios?
En teoría, en ambos países existe libre mercado y en El Salvador la medicina que distribuyen las farmacias —como en Guatemala— no está subsidiada. Es decir, los precios se rigen por la oferta y demanda.
Iván Solano Leiva, presidente del Colegio Médico de El Salvador, considera que en su país existe la libre competencia entre farmacéuticas, pero además, en 2012 se creó la Dirección Nacional de Medicamentos (DNM) que llegó para “regular los precios” de las medicinas y desde entonces mantiene un monitoreo de estos productos en todo el país.
Actualmente, dijo, El Salvador es uno de los países de Centroamérica en donde menos ponen las personas de su bolsillo en atención médica, según estudios, aunque este sigue siendo “importante” puesto que representa un promedio de US$27 por la atención médica de una persona.
Solano explicó que los medicamentos no tienen ningún subsidio en El Salvador, a menos que una persona tenga derecho al seguro social o que acuda a hospitales públicos donde, se supone, los servicios y medicinas son gratuitas para todos. Desafortunadamente, subrayó, “sigue habiendo problemas de desabastecimiento y de insumos”.
REGULACIÓN
Rafael Aguirre, médico del Instituto Salvadoreño de Seguridad Social (ISSS) coincidió en que antes de la creación de la DNM los precios de las medicinas llegaban hasta 1000% arriba al del sugerido por las farmacéuticas, pero que con la creación de dicha Dirección ese número bajó al 300% y hasta 200%. “Ellos hacían la vigilancia del precio y calidad y no dejaban que el precio subiera a como estaban antes”, dijo.
La DNM llegó a regular los precios sin afectar el libre mercado. Sin embargo, en 2019 se le quitaron atribuciones relacionadas a la vigilancia e imposición de multas, añadió el entrevistado, razón por la cual los precios subieron entre 400% y 450% del valor real.
Aguirre explicó que la DNM “sigue ejerciendo control en el precio de las medicinas porque de ellos dependen los permisos de importación y comercialización”.
Entonces, las farmacéuticas tienen que regular sus precios para obtener los permisos y seguir operando, acotó.
De igual forma, considera que en El Salvador hay bastantes farmacéuticas y ellas mismas tienden a autorregularse por competencia y el libre mercado.
No obstante, el médico salvadoreño indicó que el próximo año desaparecerá la DNM que dará paso a una superintendencia de vigilancia sanitaria que asumirá las responsabilidades de la Dirección, razón por la cual espera que los precios de los medicamentos no se incrementen.
NO SE PUEDE VENDER MÁS BARATO
En marzo pasado, durante una sesión en el Congreso donde se analizaba una propuesta de ley de competencia, el director general y socio de Farma Value, Guillermo Aguilar, calificó el inicio de operaciones de la cadena farmacéutica en Guatemala de “peculiar”, debido que al llegar le informaron que “aquí —en Guatemala— hay negocio para todos, solo que aquí todos damos el mismo precio”.
Añadió que, ante tal situación, la empresa tuvo que empezar a comprar a través de intermediarios porque el NIT estaba “marcado” para que los distribuidores no les vendieran. “Al momento que identificaban a uno de los distribuidores, nos bloqueaban y teníamos que comprar a través de otro”, precisó.
“El tema es que si no te alineas no hay producto, o no vas a tener acceso a comprarlo”, subrayó. Esto que le dijeron, enfatizó, tendría que ser objeto de una multa seria en cualquier país, pero el problema es que “Guatemala no tiene una ley de la promoción de la competencia”.
Aguilar resaltó que hoy en día “Guatemala pagan sus medicamentos entre un 15 a un 20 por ciento más alto que cualquier otro mercado de la región”, pese a ser el más grande, con aproximadamente el 30% de los más de US$3 mil millones que se comercian.
Ese mismo, día la Cámara de Comercio de Guatemala emitió un comunicado en el cual aseguro que apoya la libre competencia y que “jamás apoyará ni gestionará acuerdos que atropellen a la libre competencia y abusen del consumidor”.
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“Todo aquello que atente en contra de nuestros principios institucionales, no tiene cabida en esta organización”, aseveró en la comunicación.
MERCADO DE OFERTA, NO DE DEMANDA
Carmen Salguero, especialista en temas de salud de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), indicó que uno de los problemas en el país es la manera en que el sector público adquiere los medicamentos. “Tenemos una ley de contrataciones que no hace distinción alguna entre comprar un saco de cemento y un tratamiento para la enfermedad renal crónica”, dijo.
Añadió que en el sector público hay tres grandes compradores de medicinas que son el Ministerio de Salud, el Ministerio de la Defensa y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), siendo este el que más compra.
Expuso que, estas instituciones compran a proveedores que también le venden a las farmacias, pero estas no son necesariamente importadoras, fabricantes y distribuidoras. “Hay farmacias que compran a otros y venden al público”, dijo; por lo tanto, “el que mueve el agua y la palanca respecto a los precios del mercado es el IGSS, por el volumen” que adquiere.
En otras palabras, si las farmacéuticas le venden al IGSS medicina cara, no se la pueden vender más barata al resto de sus clientes incluyendo a las farmacias.
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“El gran factor acá es que el Ministerio de Salud no cuenta con una estrategia de compras, no la tienen y nunca la han tenido. El 90% de las publicaciones en compras son directas de menos de Q90 mil. Hay veces que el San Juan de Dios publica 25 concursos para comprar el mismo medicamento, pero son eventos de Q90 mil que suman Q4 millones, eso es no cumplir con la ley de contrataciones y se le llama fraccionar”, señala.
La especialista señaló que una de las razones por las que las medicinas son más caras en el país es porque estamos en un mercado de oferta y no de demanda, ya que “los que tienen la sartén por el mango son los proveedores y no quienes compran”.
“Cuando los ponen a competir con otro proveedor, obligatoriamente los precios bajan”, manifestó.
AFECTA EL BOLSILLO
De acuerdo con la experta, Guatemala tiene el gasto del bolsillo más grande en salud de toda América Latina, con un 64%, ya que las personas tienen que costearse los medicamentos de su propia bolsa.
Salguero explica que no es el mismo gasto para las personas que tienen ciertos recursos económicos, que para otras que tienen menos ingresos, y que enfermedades como el cáncer arrojan a la pobreza a más familias.
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“Creo que los precios topes no funcionan, lo que habría que hacer es una buena estrategia de compras”, señala.
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