Lo ha expresado así durante la presentación este miércoles del ‘Informe de estabilidad financiera’ del organismo, que considera que las vulnerabilidades para la estabilidad financiera son elevadas en un entorno volátil.
“Las vulnerabilidades subyacentes hacen que los mercados de acciones y crédito corporativo sean propensos a una mayor volatilidad. Las altas valoraciones y la concentración de riesgos, especialmente en los mercados de acciones, aumentan las probabilidades de ajustes bruscos”, señala.
Por ello, cree que, aunque los mercados financieros han demostrado ser resistentes hasta ahora, “no hay margen para la complacencia”.
Y es que los fundamentos fiscales siguen siendo débiles en algunos países de la zona euro, puesto que los elevados niveles de deuda y los altos déficits presupuestarios, sumados al débil potencial de crecimiento a largo plazo y a la incertidumbre política, “aumentan el riesgo de que el desvío fiscal reavive las preocupaciones del mercado sobre la sostenibilidad de la deuda soberana”.
Bajo este escenario, el BCE considera que es recomendable que las autoridades macroprudenciales mantengan los requisitos de reservas de capital existentes junto con medidas basadas en los prestatarios que garanticen normas de concesión de préstamos sólidas para preservar y fortalecer la resiliencia del sistema financiero en el actual entorno macrofinanciero incierto.
Además, avisa de que la creciente presencia en el mercado y la interconexión de los intermediarios financieros no bancarios “exigen un conjunto integral de medidas de política para aumentar la resiliencia del sector”.
“Esa resiliencia en todo el sector de las instituciones financieras no bancarias también ayudaría a fomentar mercados de capital más integrados. Esto debería mejorar la estabilidad financiera y complementar los objetivos de la unión de los mercados de capital, que tiene por objeto apoyar la productividad y el crecimiento económico de Europa”, añade.