La historia de la nueva versión de ‘Nosferatu’ empezó hace más tiempo del que parece. El director Robert Eggers siempre ha sido un fan de la película desde que se topó con una foto del protagonista de la obra maestra de Murnau, Max Schreck, en un libro sobre vampiros cuando iba a la escuela primaria en New Hampshire. La imagen le llevó al videoclub, a 45 minutos de distancia, donde encargó una copia de la película sólo para él, hasta que gastó el VHS, según cuenta el autor en Variety.
Pero lo que muchos no saben es que ‘Nosferatu’ de Robert Eggers es el segundo remake de ‘Nosferatu de Robert Eggers. El creador de ‘La bruja’ ya había hecho su primer boceto en su último año de instituto, y dando sus primeras muestras de ser un creador superdotado, codirigió y protagonizó una adaptación teatral de la película muda, incluso un director local quedó tan impresionado por la producción que invitó a Eggers y a sus colaboradores a representarla en su teatro.
El director contó cómo la interpretación de Max Schreck, el maquillaje que diseñó, sus extraños movimientos, fueron básicos para su formación cinéfila:
“También me encantaba Drácula, y Bela Lugosi, y la versión de Francis Ford Coppola, y Christopher Lee. Pero había algo en la inquietante calidad de Nosferatu y en su sencillo cuento de hadas, el enigma de Nosferatu, que me resultaba muy atractivo. El VHS que cogí se imprimió a partir de una copia degradada de 16 mm, por lo que no se ve la calva ni la capa de maquillaje, y a veces sus iris parecen ojos de gato. En la versión restaurada ya no se ve así. Pero en lo que yo vi, tenía algo más de realismo, debido a la calidad degradada que yo estaba viendo”.
En su producción, todavía sin decenas de millones, colaboró con una compañera de clase para crear la versión escénica de ‘Nosferatu’
“Sí, tenía 17 años y lo hice con mi amiga Ashley Kelly-Tata, que ahora es directora de teatro y ópera. La hicimos en el instituto y no tenía nada que ver con esta nueva película. Yo hacía mucho teatro y otros chicos habían dirigido obras en el pasado, así que me dije: ‘¿Y si lo hacemos en blanco y negro sobre el escenario? Tal vez sea una idea estúpida’.
Y entonces Ashley dijo: ‘No, es una idea genial. Deberíamos hacerlo’. Así que nos pintamos de blanco y negro con maquillaje, y los decorados eran monocromo, y actuamos en un estilo expresionista de película muda. Había música y supertítulos encima del escenario en lugar de los intertítulos que hay en las películas”.
El director artístico Edouard Langlois quedó tan maravillado con la producción del instituto que vio que pidió a Eggers y su equipo que llevaran su obra a su espacio teatral Edwin Booth.
“Y entonces un señor con más experiencia, que dirigía un teatro local muy bien considerado, vio la obra y nos invitó a hacerla en el Edwin Booth Theatre. Me cambió la vida porque supe que eso era lo que quería hacer. No necesariamente Nosferatu, pero sí dirigir historias que me apasionaban”.
Klaus Kinski, Bill Skarsgård y… Robert Eggers
Una de las curiosidades de esta producción primigenia es que no era otro que el propio Eggers el que encarnaba al Conde Orlok en las sesiones.
“Tengo recuerdos increíblemente fuertes de las sesiones del Edwin Booth y todos nosotros poniéndonos el pote de maquillaje y pegándonos el vello facial y las patillas unos a otros. Ese olor y ese mundo me resultan muy nostálgicos. Hasta el día de hoy, siempre me ha gustado el olor de una máquina de niebla, que ciertamente en este Nosferatu más reciente no se apagaba nunca. Es difícil de creer, pero yo pesaba como 52 kilos e interpretaba a Orlok. Hay algunas fotos de ello que se pueden encontrar en internet.”
Puede que en esa primera interpretación se esconda la clave de la nueva caracterización de ‘Nosferatu’, en la que el actor Bill Skarsgård pasó seis horas en la sala de maquillaje para cada sesión, ya que el Eggers confiesa que cierta serie de vampiros influyó en su aspecto en escena.
“Era un maquillaje agresivo. En aquella época, debido a ‘Buffy, cazavampiros’, había una época en la que podías comprar maquillaje de vampiro con una frente protésica con expresión malvada. Así que compré un montón de látex de espuma, frentes y pómulos ya hechos, y luego añadí la calva y las orejas. Me hice unos dientes caninos que eran demasiado grandes”.
A partir de entonces, Eggers tuvo dos sueños: ser director y volver a llevar ‘Nosferatu’ a la gran pantalla. En 2015 se anunció que el remake sería su nuevo proyecto, pero la posibilidad se vino abajo varias veces por distintas razones, hasta que, a punto de darse por vencido, con la sensación de que “el fantasma de Murnau me está mandando a la mierda”, se acercó a Peter Kujawski de Focus Features con su guion, y solo tuvo que nombrar al vampiro para convencer al ejecutivo del estudio cinematográfico de su idea.
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La noticia
Robert Eggers ya había hecho un remake de ‘Nosferatu’ hace 25 años. Interpretó él mismo al vampiro y le hizo querer convertirse en director de cine
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Espinof
por
Jorge Loser
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