Seamos serios, pese al cero a uno, la grada de San Mamés presentía la remontada. Solo había que mirar el banquillo para que una sonrisa malévola subiera a los rostros de la afición en el descanso, entre mordisco y mordisco al bocadillo. Sancet, Nico, Iñaki y Galaxy reajustándose el nudo de las botas. El cuarto árbitro preparando el luminoso con los cambios. Iñigo Pérez, mudado el rostro, animando a los suyos como intentando convencerles de que solo restaban 45 minutos. Tic tac, tic tac. Sudores fríos.