El desenlace está cada vez más cerca. ‘Stranger Things‘ encara su recta final y al igual que ha sabido prolongar sus mejores virtudes, también ha arrastrado un poco sus excesos y pequeños defectos.
El fenómeno de Netflix se acerca al desenlace definitivo con una sensación agridulce, porque aunque sigue siendo capaz de ofrecer momentos muy emocionantes, escenas conmovedoras y los destellos del encanto que la convirtieron en una serie genial, también hace evidente un desgaste que es difícil de ignorar. No hay peligro de spoilers, podéis seguir leyendo.
Épica y relleno
En estos nuevos episodios, se percibe cómo la historia se estira más de lo necesario, como si la maquinaria industrial hubiera pesado más que la lógica creativa. Sigue habiendo tensión, espectáculo y emoción, sí, pero también repeticiones y una estructura que da la impresión de estar diseñada para ganar tiempo antes del gran final. La idea de que todo este último tramo podría haberse condensado en una gran película épica es algo que se viene a la mente constantemente. Especialmente en este segundo volumen de episodios.
Formado por tres episodios extensos, el Volumen 2 nos deja la sensación de que la serie está dando vueltas en círculo, con viajes que no conducen a mucho, decisiones que se deshacen al poco tiempo y escenas que repiten dinámicas que ya hemos visto. La historia se estira bastante, hasta el punto de que se vuelve algo frustrante, y parece que la serie se empeñe en estirarse para evitar llegar al final.
Uno de los problemas más evidentes es el uso torpe del montaje y los flashbacks. Hay historias que se interrumpen constantemente para saltar entre líneas temporales sin un propósito claro, afectando al ritmo y debilitando el impacto emocional de la trama. Deberían aportar profundidad, pero terminan siendo confusos.

Por otro lado, lo mejor de la serie sigue siendo su reparto. Aunque no todos los personajes salen igual de bien parados, como por ejemplo Eleven, que pierde relevancia en estos episodios, a la espera de un mayor protagonismo que se intuye que está reservado para el gran final.
Otros personajes sí que brillan son Max, que tiene uno de los arcos más potentes del volumen; Holly, que se consolida como una prometedora incorporación; o Will, que gana mucha presencia, aunque no termina de conectar cuando llegan las escenas más extremas.
Además, la espectacularidad a nivel visual sigue siendo una de las grandes bazas de la serie, incluso aunque esto afecte a la narrativa. Las escenas más grandilocuentes obligan a personajes como Dustin o Robin a verbalizar ciertos nudos de contención y a veces la sobreexplicación hace que terminemos agotados antes del último capítulo.
En términos narrativos, el avance es ínfimo. Tras el final del primer volumen, cabía esperar un movimiento decisivo contra Vecna, pero la sensación que deja el segundo volumen es que tanto los personajes como la historia no han evolucionado gran cosa. Toda la responsabilidad la tiene ahora un último capítulo que cargará con gran parte del peso de la temporada.
Sin embargo, a pesar de todas sus costuras, ‘Stranger Things’ no se ha dejado su corazón por el camino. Hay reconciliaciones que funcionan, escenas que emocionan mucho y secuencias de acción que recuerdan por qué seguimos aquí. Puede que la serie haya sobrevivido más allá de lo que debiera, pero los que hemos llegado hasta este punto queremos saber cómo termina. Solo queda confiar en que los hermanos Duffer consigan darnos el cierre que merece la serie.
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La noticia
‘Stranger Things’ se estira con un segundo volumen que no aporta gran cosa a la historia. Pero también mantiene intacto su corazón antes de la batalla final
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Espinof
por
Belén Prieto
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