Los años 90 fue una época apasionante para los dibujos animados televisivos en donde Amblin, con Steven Spielberg al mando, decidió producir series locas, originales y totalmente dementes pensadas literalmente para todos los públicos (por más que en su momento se vendiesen “para adultos”), como ‘Freakazoid!’, ‘Tiny Toons’, ‘Perro de familia’ o la increíblemente influyente ‘Animaniacs’. Y si sois niños de aquella década seguro que recordáis a los dos ratones cuyo plan para esta noche es el mismo de todas las noches: tratar de conquistar el mundo.
Uno es un genio, el otro no está cuerdo
‘Pinky y Cerebro’ nació como segmento dentro de ‘Animaniacs’, que utilizaba su gigantesca lista de personajes para sorprender en cada episodio: a veces aparecían Botones y Mindy, otras los tres palomos, en ocasiones un mimo (mi personaje favorito, la verdad), Slappy la ardilla y un larguísimo etcétera. Era una época apasionante para la creatividad, la violencia animada y las referencias a la cultura pop antes de que Internet las convirtiera en algo común.
De este maremágnum de personajes destacaron estos dos ratones al más puro estilo Looney Tunes: sus planes para conquistar el mundo siempre acababan en una hondanada de golpes, caídas, electrocuciones y engaños que causaron un fenómeno alrededor de Estados Unidos. Su éxito fue tal que en 1995 consiguieron su propio spin-off con la idea peregrina de que compitiera en popularidad contra ‘Los Simpson’, que en ese momento, en plena séptima temporada, estaba en plena forma. A ‘Pinky y Cerebro’, que no excluía a los personajes de seguir apareciendo de tanto en cuando por ‘Animaniacs’, le quedaba grande ese traje, por muy divertida que siga siendo incluso a día de hoy. Y claro, la cadena empezó a pedir explicaciones y a meterse en los cimientos de lo que la hacía especial.
De hecho, empezaron a pedir que fuera, literalmente, “una sitcom más parecida a ‘Los Simpson'”, solicitando encarecidamente que los protagonistas dejaran de lado el tema de la dominación mundial (o sea, traicionar el letimotiv de la serie) y añadir nuevos personajes a la trama para hacerla más variada. La insistencia llegó a tal punto que los guionistas decidieron crear el episodio ‘Pinky y Cerebro… y Larry’, que se atrevía incluso a modificar la mítica canción de inicio para introducir a un nuevo personaje a marchas forzadas con la única intención de reírse de The WB.
De laboratorio son con genes injertados
Nadie explicó nunca de dónde venía Larry dentro de la serie, ni falta que hacía: los guionistas estaban tan convencidos de que un tercer personaje rompería la química entre Pinky y Cerebro que estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Larry es humillado e ignorado por sus compañeros hasta que, al final, decide llamarse “Art” y hacerse cantante con una versión de ‘The sound of silence’. Después, aparece otro nuevo personaje, Zeppo, parodia de, obviamente, Zeppo Marx, el hermano del que nadie se acuerda nunca y que solo ejemplifica lo absurdo de la insistencia de The WB.
La cadena, después de ver este corte de mangas, dejó de insistir de manera aparente, pero, como los leones, solo se agazapó esperando el momento de atacar. Poco después, volvieron a insistir con la idea de convertirla en una sitcom en la que los episodios fueran más allá del laboratorio y la dominación mundial. De hecho, pidieron que los guionistas hicieran un episodio de ejemplo que sirviera como piloto de los “nuevos” Pinky y Cerebro. Peter Hastings, ante la hartura de aguantar indicaciones constantes y que le pusieran palos en las ruedas para hacer su trabajo, decidió dar un portazo y marcharse de la serie con un disparo directo a los ejecutivos en el episodio ‘You won’t eat food pellets in this town again!’.
El episodio cumplía exactamente con lo que buscaban en The WB, pero al mismo tiempo se reía de ellos parodiando el concepto de “conversión en una sitcom”: a lo largo de la trama, entre muchos otros guiños y cortes de mangas metafóricos, se ve cómo la propia cadena se mete en medio de los diferentes programas donde intentan insertar a Pinky y y Cerebro a pesar de que estos ya son un éxito. Tras su marcha, la serie se quedó sin una voz fuerte que se opusiera a los directivos, que por fin llevaron a cabo su plan: introducir a la fuerza un tercer personaje.
Pinky y Cerebro comparten su programa
Fue un ejecutivo llamado Christopher Keenan el que dio la idea de juntarles con Elvira (Elmyra en inglés) en 1998 para la quinta temporada de la serie. Elvira era una niña con predilección por abrazar y aterrorizar a animales monos que se había quedado sin serie con el final, seis años antes, de ‘Tiny Toons’. Los guionistas que quedaban resistiendo se vieron obligados a cumplir las órdenes de The WB, que se había hecho con el mando de ‘Pinky y Cerebro’ e incluso obligó a que tuviera una canción por episodio, aunque no la necesitara.
Solo quedaba una venganza posible por su parte: dejar claro en cada capítulo que esta especie de evolución innecesaria no era cosa de ellos. Así, en la nueva canción de inicio de cada capítulo, además de dar un contexto a lo que había ocurrido hasta llegar a esa situación (el laboratorio había salido por los aires, Elvira compró una tortuga y Pinky y Cerebro estaban dentro), introdujeron la frase “Pinky and the Brain share a new domain / It’s what the network wants, why bother to complain?“ (“Pinky y Cerebro comparten un nuevo hogar, es lo que quiere la cadena, ¿para qué molestarse en quejarse?”). Pocas veces la televisión ha mostrado una guerra abierta de manera tan clara.
De nada sirvió: el público no estaba interesado en este mejunje y solo se llegaron a emitir cinco episodios de los nueve finalizados antes de relegarla a un contenedor infantil los sábados por la mañana. Eso no le impidió ganar el Emmy a la mejor serie de animación para niños por encima de ‘Arthur’, ‘Doug’, ‘Pequeño oso’ y ‘Batman: la serie animada’. Tampoco es que en el 2000 se tomaran estas categorías muy en serio, la verdad.
Pinky y Cerebro estuvieron más de veinte años de letargo hasta que volvieron a aparecer en los nuevos episodios de ‘Animaniacs’ (inéditos en España), que prescindieron del resto del elenco para dejar solo los cortos de los hermanos Warner y los ratones con ansias de grandeza. Y Elvira no volvió a aparecer por ningún lado. Al final, los guionistas tuvieron su pequeña victoria frente al tiempo. Por lo menos es una historia con final feliz… aunque nadie llegue a conquistar el mundo.
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La noticia
Los creadores de ‘Pinky y Cerebro’ odiaban a los ejecutivos de la cadena que les obligaban a hacer cambios. Tanto, que acabaron usando la propia serie para reírse de ellos
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Randy Meeks
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