“Si bien los miembros consideraron que la segunda caída consecutiva de la inflación subyacente era una señal positiva, la opinión general fue que aún no había pruebas suficientes o convincentes para confirmar un punto de inflexión“, señala el documento, que no da pistas sobre la opinión de los miembros del BCE sobre los próximos movimientos.
“Para julio, y más aún para septiembre, se dispondría de nueva información que permitirá al Consejo de Gobierno actualizar su evaluación de las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la fortaleza de la transmisión monetaria. En este contexto, se consideró esencial un enfoque dependiente de los datos y la opción de reunión por reunión”. Pero, al mismo tiempo, se señaló que, “si bien el Consejo de Gobierno podría necesitar continuar con pasos adicionales en los tipos de interés, también tendría que estar preparado para dejar de subir los tipos si así lo requieren los datos“.
Las actas recogen que el aumento de 25 puntos básicos propuesto en junio fue apoyado por un “consenso muy amplio”. Pero matizan: “Inicialmente también se expresó una preferencia por aumentar los tipos de interés clave del BCE en 50 puntos básicos en vista del riesgo de que la inflación alta se vuelva más persistente”.
No obstante, “se hizo hincapié en el mérito de apegarse a un enfoque de reunión por reunión dependiente de los datos en un entorno incierto, particularmente cuando los tipos se acercaban a un posible nivel máximo“.
En este contexto, los miembros consideraron que existían riesgos tanto al alza como a la baja para las perspectivas de inflación.
Entre los riesgos al alza para la inflación incluyen las posibles presiones alcistas renovadas sobre los costes de la energía y los alimentos, también relacionadas con la guerra de Rusia contra Ucrania. “Un aumento duradero de las expectativas de inflación por encima del objetivo del BCE, o aumentos superiores a los previstos en los salarios o los márgenes de beneficio, también podrían impulsar la inflación al alza, incluso a medio plazo”. A esto se suman los acuerdos salariales recientes en varios países.
Por el contrario, creen que las renovadas tensiones en los mercados financieros podrían reducir la inflación más rápido de lo previsto. Y una demanda más débil, por ejemplo debido a una transmisión más fuerte de la política monetaria, también conduciría a menores presiones sobre los precios, especialmente en el medio plazo.