A finales de 2019, Modesto García y Manuel Bartual lanzaron un reality de guerrilla en Playz durante tres días que se convirtió en trending topic nacional: ‘El gran secuestro’ contaba la historia de cuatro famosos secuestrados por una persona misteriosa (Caratrapo) y que, con la ayuda de Twitter, tenían que resolver escape rooms en directo. El formato funcionó, innovó y sorprendió, demostrando que no todo el formato en España es el de Mediaset. De aquellos barros, estos lodos: HBO Max ha refinado y ajustado el formato en ‘Time Zone’, por el que no daba un duro y que ha resultado ser una de las mayores sorpresas de la temporada.
El rescate del token
Acostumbrados en nuestro país a ‘Supervivientes’, ‘Gran hermano’ y cosas del estilo, con riesgo cero, incluso en los realities de Netflix (el último, ese ‘Falso amor’ que es, simplemente el rancio ‘Confianza ciega’ llevado a 2023), hay alguien en HBO Max que ha decidido romper con todo. Alguien que cree que se pueden hacer realities mejores, innovar, no conformarnos con los simples formatos de convivencia y expulsiones y marcar las líneas a seguir para, por fin, hacer un formato lo más alejado del garrulismo que se pueda.
Con ‘Traitors’, que marcaba muy bien el camino pero erraba en una producción que se intuía caótica llegado el final, se mostraron las primeras cartas: famosos que puedan aportar algo (en lugar de “hijos de” y “nietos de”), estrategia, concursantes que son algo más que simples caretas que se gritan entre sí, tramas, héroes y villanos. Si en aquel programa realizaban la encomiable labor de repetir una y otra vez “Aquí no vienes a hacer amigos ni a caer bien a la audiencia, sino a ganar engañando al resto”, en ‘Time Zone’ han conseguido doblar la apuesta.
Lo nuevo de HBO Max se puede definir como una mezcla entre ‘El rescate del talismán’, la primera parte de ‘La noche de los castillos’, ‘El gran secuestro’ y un comentario de Twitch. Utilizando narrativa y escenografía de videojuego, ‘Time Zone’ consigue crear tres pruebas por episodio que realmente están a la altura de las expectativas y van más allá del clásico “aguanta subido a este palo”, “a ver quién da más vueltas en una noria” o “responde preguntas de cultura general”. El formato se ha esforzado para sacar lo mejor de cada concursante gracias al fomento del individualismo usando como base un supuesto trabajo en equipo. Y los perfiles resultantes son apasionantes.
Tito Soria
Entre los concursantes hay un poco de todo, como la boxeadora Joana Pastrana, el político Alberto Rodríguez, el rapero Chojin, el comentarista del ‘Chiringuito’ Cristobal Soria o la influencer Alba Paul. Gente con unas habilidades específicas cuyo propósito es gastar menos tiempo que los demás para continuar otra prueba más. Y con esta premisa aparentemente simple, el programa no para de dar giros y sorpresas, como si se tratase de pantallas en dificultad creciente.
Lo más apasionante de ‘Time Zone’ es observar cómo los jugadores van aprendiendo poco a poco a jugar. Del fair play y el buen rollito de los primeros minutos de programa pasamos a las maldades del primer (y necesario) gran villano, que solo adelanta estrategias que ellos mismos tendrán unos episodios después. Y al final, en el episodio 3, un momento desgarrador en el que uno se plantea hasta qué punto es lícito el bullying por más villanía que las tramas le hayan dado a uno de los personajes. Nunca se ha visto un momento de tanta maldad consciente en un reality en España, y solo por eso ya merece la pena probar un juego de ambigüedades morales, medias sonrisas y puñaladas por la espalda.
No lo escondo: me ha apasionado ‘Time Zone’, un programa fresquísimo con apariencia de escape room (no lo digo como algo negativo) y en el que cada detalle está exhaustivamente explicado… excepto cuál es el premio y objetivo final. Cierto es que tiene muchos puntos mejorables, empezando por la presentadora, una Cristinini que se nota excesivamente exagerada y cuyos apuntes al estilo Twitch no terminan de encajar con el espíritu del juego. Para la segunda temporada menos histrionismo (y, sobre todo, menos guion para ella) sería muy agradecido.
Para asesinar el tiempo
Corremos el peligro de considerar que ‘Time Zone’ es solo un programa más, uno de tantos perdidos en el maremágnum del implacable streaming, pero es mucho más: recupera el poder de los programas veraniegos de pruebas y diversión, demuestra que en España también somos capaces de hacer buena telerrealidad si nos dan la oportunidad y, ya de paso, muestra algunas pruebas genuinamente originales (entre otras que, tampoco vamos a mentir, están un poquito cogidas por los pelos).
A poco avispado que uno sea, ve la mano de la producción para engañar al espectador con los minutos que les quedan a los concursantes y no eliminar a tres o cuatro de sopetón en pruebas en las que claramente se les ha ido el tiempo de las manos. No importa: al final, el programa al completo es como un truco de magia en el que es mejor dejarse llevar por el conejo que sale de la chistera en lugar de insistir en mirar el falso fondo.
Mientras que Mediaset sigue insistiendo con sus mil combinaciones de famosos conviviendo y Netflix trata de dar una y otra vez la vuelta a los dating shows, HBO Max está descubriendo su propio camino en una reinvención del concepto de reality show necesaria en nuestro país en estos días. ‘Time Zone’ es divertido si lo vemos por sí mismo y apasionante si tenemos en cuenta su contexto. Ojalá sea el principio de un hermoso periplo para cambiarlo todo. Aún nos queda tiempo para conseguirlo.
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La noticia
‘Time Zone’ sigue la estela de ‘Traitors’ en HBO Max: reformula el reality patrio mezclando Twitch, una escape room gigantesca y ‘El rescate del talismán’
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Espinof
por
Randy Meeks
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