Hay un gran dilema con el cine tan malo que es bueno. Aunque es una cuestión semántica, si una película es divertida no debería de definirse como “mala”, porque hay muchas películas malas que son buenas, pero solo una es tan mala que resulta brillante: ‘The Room‘, la obra maestra del despropósito que Tommy Wiseau financió de su bolsillo, escribió y dirigió ahora hace veinte años para entrar en el olimpo del cine.
Una obra de arte tan kitsch e involuntariamente graciosa que durante su promoción su creador dejó de venderla como drama para describirla como una comedia. Sucesora del espíritu de Ed Wood, es un desastre que alcanza lo sublime, ideal para contemplar junto a amigos, en versión original, es la única película cuyo doblaje podría “mejorarla”. Tras estrenarse de manera oficial en España hace 8 años en la sala Artistic Metropol, tendrá un nuevo pase de aniversario en septiembre con la asistencia del actor Greg Sestero.
‘The Room’ es una de las pocas películas tan terribles que piden a gritos ser vistas en comunidad y , junto a la inimitable ‘Troll 2’, que tiene su propio documental, son consideradas las dos “mejores peores películas” de la historia. Como ‘Rocky Horror Picture Show‘ el espíritu de las proyecciones es una ceremonia similar, frente de un grupo de fans ataviados con cucharas de plástico que corean las líneas de diálogo y gritan a la pantalla en cada momento clave.
Aunque ‘Plan 9 del espacio exterior‘ de Ed Wood siempre ha tenido el honroso título de ser la peor película de la historia, si la comparamos con ‘The Room’ es ‘El Padrino parte 2′. Hay pelis aburridas, con tan poco que contar que cualquiera que las vea se duerme, luego están las grabadas a lo cutre, con poquísimo dinero, cámaras de saldo y tan poco talento que no merece la pena verlas. Lo que hace a obras como la de Wiseau diferentes, la razón de nuestro gozo al contemplarlas, es que se ve claramente los intentos de crear momentos de gran cine sin conseguirlo.
Una formidable colección de torpezas
Aunque no se suela contar, lo que cautiva es reconocer perfectamente lo que la película trata de imitar sin éxito, en definitiva: el fracaso ajeno nos hace infinita gracia. ‘The Room’ de Tommy Wiseau es una colección de despropósitos inabarcable, un grimorio de bajos instintos que engloba todas las zonas donde no debes pisar cuando haces cine. La primera vez que la ves engaña. Empieza y no notas nada extraño, salvo una musiquilla algo anacrónica. Una serie de planos de San Francisco rodados con lo que parece un presupuesto aceptable, como un telefilm cualquiera de los 90.
Pero no, fue rodada en el 2002, aunque cuando aparecen los personajes y también parecen salidos del año 94. Todo tiene el aspecto de una peli softcore de las que programaban de madrugada en Antena 3, pero sin embargo tiene maneras de un drama ”serio”. Solamente, cuando llevan un rato hablando, uno se pregunta ¿Qué demonios es esto? Esto es Tommy Wiseau, porque hablar de ‘The Room’ es casi lo mismo que hablar de su creador. Un personaje que produce, protagoniza y dirige su propio guion.
En realidad, el texto era una adaptación de su propia obra de teatro que nadie quiso financiar. También hizo su versión en novela (de unas 500 páginas) que tampoco nadie quiso editar. Pero Wiseau era un hombre con una misión y decidió poner en riesgo unos 6 millones de dólares de su propio bolsillo. Más o menos lo que costó hacer ‘Lost in traslation‘. Nadie sabe de donde sacó esa cantidad, pero en realidad nadie sabe mucho sobre él. Ni de donde ha salido ni a que se dedica, aunque él afirma que el dinero sale de su negocio de importación de chaquetas de cuero
El narcisista que quiso ser Tennessee Williams
Todo a su alrededor resultaba dudoso. Pero la película sale adelante para su mayor gloria. Su personaje en la película, Johnny, es un hombre traicionado por sus amigos y su chica: un mártir en un drama moderno que el autor compara con la obra de Tenesse Williams. El ego del director llega hasta tal punto que su complejo mesiánico se transparenta en cada fotograma. Su extraño acento entre eslavo y francés ornamentan su incapacidad para actuar. Las líneas de diálogo son tan absurdas que llevan cada pequeña escenas a niveles de delirio.
Su aspecto demacrado, su mirada perdida, descubren a un ser que no acaba de parecernos humano. Wiseau es un extraterrestre que parece haber llegado a la conclusión de que “las personas deben ser así”. Cuando los protagonistas hablan entre, ellos jugando a la pelota en las situaciones más improbables, se ponen corbatas en la cabeza tras un par de copas en casa y en su mundo las mujeres son pérfidas, engañan y afirman ellas mismas que “les gusta cambiar de opinión constantemente”.
Sin embargo, su carácter obsesivo hacía imposible el rodaje. Tuvo que ir reemplazando a la mayoría del equipo según se rodaba porque la gente se negaba a trabajar en el proyecto. Incluso uno de los personajes principales, Peter, es interpretado por otro actor completamente distinto a la mitad de la película. Su obsesión con el actor que interpreta a Mark le hizo ofrecerle una suma indecente para que apareciera en la película. Hizo construir en interiores la azotea donde transcurren algunas escenas para luego rodar con croma cuando él mismo era dueño de un edificio con una azotea similar.
Un fenómeno de culto imperecedero
Se rodó con cámara digital y con film de 35 mm al mismo tiempo, cuando la iluminación para cada medio es distinta, y así un rosario de decisiones kamikazes que explican dónde acabaron los millones que costó. Es imposible resumir en unas pocas palabras la experiencia de un visionado de ‘The Room’. Conflictos que son introducidos para desaparecer instantáneamente, repentinos cambios de humor en los personajes, sus expresiones irreales y su memoria de pez.
Las escenas de sexo parecen de película de terror (además, se reciclan por la negativa de la actriz a repetir en la cama con Wisseau). Con las revisiones, ciertos momentos adquieren más idiosincrasia. Como cuando todos los personajes aparecen en traje, como si hubieran quedado para una boda cuando en realidad no van a ninguna parte especial. El culto a ‘The Room’ se ha consolidado, sigue habiendo proyecciones en cines de medianoche, millones de memes, parodias e incluso videojuegos.
Wiseau es casi un chiste andante en cada uno de sus tuits, probablemente convertido en adicto a la atención después de que el dúo Rogen-Franco adaptaran ‘The Disaster Artist’ el making off del filme contado por Greg Sestero. Ahora, incluso se ha hecho un remake llamado ‘The Room Returns!’ (2023) nada menos que con Bob Odenkirk haciendo de Wiseau y Mike Flanagan como Peter, para una fundación contra el SIDA. Mientras, el mundo espera para la próxima película de Wiseau como director, ‘Big Shark’, sobre el ataque de un tiburón en Nueva Orleans, con el director ya aceptando su papel de icono trash.
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Jorge Loser
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