Siguiendo esa cuota rigurosa que el Festival de Cannes se reserva para el cine más exigente, el hueco de este año para esa película más experimental en lo narrativo y menos convencional en lo formal lo cubre ‘Grand Tour‘, del cineasta portugués Miguel Gomes, cuya filmología previa incluye, entre otros trabajos, un compendio en tres volúmenes de más de 6 horas de duración en total, adaptando ‘Las mil y una noches’ (‘Arabian Nights: Volume 1 – The Restless One’, ‘Arabian Nights: Volume 2 – The Desolate One’, ‘Arabian Nights: Volume 3 – The Enchanted One’).
Más cerca, sin embargo, de su magnífica ‘Tabú’, tanto estilísticamente como en su forma de retratar el entorno como protagonista, por encima de la representación de los propios personajes, ‘Grand Tour’ continúa su exploración antropológica del mundo en una expedición por el sudeste asiático.
Además del blanco y negro del pasado colonial que captura en ambas, comparte con su anterior obra la figura clave del narrador como motor para el desarrollo de la trama, que despliega su aventura en torno a una historia relatada, más que mostrada. Así, la palabra y la transmisión oral predominan sobre la imagen y la certificación de los hechos, que viven exclusivamente en la imaginación del espectador.
En ‘Grand Tour’, Miguel Gomes plantea una batalla entre historia sugerida y existencia manifiesta como métodos narrativos opuestos que enfrentan dos líneas narrativas que transcurren en paralelo y retroalimentan su significado: una, intenso romance en pleno esplendor colonial; la otra, gran viaje por el sudeste asiático de hoy.
Vívido sueño de la jungla tropical frente a realidad mundana. Los ecos de las historias pasadas en los espacios contemporáneos. Ficción apoyada en imágenes documentales o documental resignificado por la crónica del pasado.
Relatos narrados, marionetas y sombras chinas
En 1917, Edward (Gonçalo Waddington), un funcionario inglés en Rangún (Birmania), comienza la más épica huida hacia delante con tal de escapar del compromiso con su prometida, recién llegada a Asia para finalmente formalizar el matrimonio que lleva en suspenso desde hace 7 años.
La fuga le lleva a Singapur, Vietnam, Japón, China seguido por una incansable futura esposa, Molly (Crista Alfaiate), que constantemente le pisa los talones, entretenida con la idea de la aventura en semejante persecución entre bosques de bambú y macacos.
Una gran travesía proyectada sólo con el discurso, sobre el contexto visual de unas imágenes reales resignificadas a partir de la escucha del relato. Dos películas con vidas separadas que dialogan sólo en la mente del espectador y al repensarla, gracias al uso magistral del fuera de campo y lo sugerido. El gran tour de sus protagonistas, sin ellos.
Una puesta en escena de Miguel Gomes ciertamente ingeniosa formalmente y en los márgenes de los cánones de la narración cinematográfica, con ecos de ‘Memoria‘ de Apichatpong Weerasethakul en cuanto a su tratamiento del espacio o ‘La imagen perdida’ de Rithy Panh a la inversa, por su uso de imágenes documentales al servicio de la ficción, por citar sólo dos títulos recientes y premiados en Cannes.
‘Grand Tour’ se revela como una exigente propuesta en su desafío a la decodificación subjetiva del espectador. Una obra intrincada de digestión lenta que crece en el recuerdo y en la reflexión.
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La noticia
Festival de Cannes: ‘Grand Tour’, una aventura de Miguel Gomes entre el documental y la ficción que pone a prueba al espectador
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Espinof
por
Sara Martínez Ruiz
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