La apertura de Disneyland de Anaheim en 1955 supuso toda una revolución en el mundo de los parques temáticos y del entretenimiento en general. Entre los miles de visitantes que se deleitaron durante aquellos primeros años con sus atracciones, ambientación y espectáculos estaba Kunizo Matsuo, un empresario japonés al que se le encenció una bombilla: en su país aquello podría funcionar.
Durante un breve periodo, Walt parecía estar de acuerdo con aquel plan. Matsuo era un viejo actor de kabuko (teatro tradicional japonés), y un amante de la historia y cultura de su país. Fue por eso que propuso como localización del parque Nara, la antigua capital del Japón. El Disneyland de Nara iba viento en popa, sus planos lo mostraban como una copia casi idéntica del de California, con áreas como Main Street, Adventureland o Tomorrowland… además de una exclusiva llamada Ancestorland.
Pero cuando llegó el momento de poner a los personajes Disney en el nuevo parque, la cosa se complicó. Matsuo y Disney no consiguieron llegar a un acuerdo con el precio de las licencias y aquello hizo que Walt acabara echando el freno de forma abrupta. Si no se hacía como él quería, no se haría en absolutio. Claro que para entonces, el proyecto estaba muy avanzado y sería un desperdicio tirar todo el trabajo a la basura, pensaría el japonés.
Parecidos intencionales
El enamoramiento de Matsuo con su parque temático era tal que no le importaba pasar por encima de los deseos de Disney. Matsuo decidió continuar el proyecto rebautizándolo como Nara Dreamland. La ambientación se sustituyó por elementos de fantasía de marca blanca que tenían inspiración histórica y cultural de Japón. Tampoco necesitaban a Mickey. Sus mascotas serían Ran-chan y Dori-chan, dos niños japoneses vestidos de soldados británicos.
Durante un tiempo al parque pareció irle muy bien sin necesidad de la marca americana. Nara Dreamland se inauguró en julio de 1961 (este es un reportaje en japonés que se emitió en su momento) y en sus mejores tiempos llegó a tener 1,7 millones de visitantes al año. Con los planos de referencia prácticamente intactos desde la creación del viejo proyecto, la mano de pintura y las nuevas mascotas no engañaban a nadie: el parque que finalmente se había abierto al público era a todas luces una copia del Disneyland de California.
Ese parecido fue tanto el causante del éxito inicial como el de su perdición a largo plazo. En 1979, la empresa japonesa The Oriental Land Company comenzó negociaciones con Disney para lo que en última instancia se convertiría en Tokyo Disneyland. Con su inauguración en 1983, los japoneses ya no tenían necesidad de seguir visitando una copia del parque americano, el “de verdad” ya estaba en el país.
Los 80 dieron comienzo al fuerte declive que tuvo el parque. El paulatino descenso en el número de visitantes culminó en los dosmil, cuando las tiendas empezaron a cerrar y algunas atracciones dejaron de mantenerse y empezaron a pudrirse. En 2006, el parque se abandonó por completo, y su lenta degradación lo convirtió en una visión ominosa para los exploradores urbanos.
En varios de estos vídeos puede verse la inquietante apariencia que tienen sus construcciones ruionosas, sus carteles vandalizados, sus atracciones vacías y sus mascotas solitarias. Durante años el fracaso del parque fue para muchos la oportunidad de redescubrir historia del país de un modo que nunca habrían imaginado.
Para los japoneses se convirtió en un haikyo. Así es como se le llaman a lugares que parecen históricos pero son en realidad parte de la historia recientes. La falta de cuidados avejentó rápidamente un lugar que fue fruto de fascinación hasta hace relativamente poco. Hay que hablar en pasado, porque en 2016 fue ordenada la demolición, dando un carpetazo a este extraño eslabón perdido en los parques temáticos de Japón.
Imágenes: thecrypt, JP Haikyo, Jordy Meow
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La noticia
El decadente falso Disneyland japonés que enfureció a Walt y desafió a la compañía durante más de 50 años
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Miguel Solo
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